Soy una herramienta para ellos para obtener sus fines y nada más, detrás de ello puede hacer luego una segunda parte donde tal vez puedan comprender y me asignan el rol que merezco, en un segundo plano soy eso, hijo, pareja, amigo. Pero delante, herramienta. Tal vez me llevo tan bien con él, porque él sólo me ve como tiene que verme, como un hermano, como Roger Periañez, es la única persona en este puto mundo que sabe cómo soy y me comprende, y aún tienen las pelotas de decirme que recurrir a él es el recurso fácil porque es conciliador. Es conciliador porque comprende mi situación y mi relación, él no quiere lo mejor para mí porque lo mejor para mí es lo que yo decida, él sólo quiere comprenderme y hacerme ver que no estoy solo.
Ellos quieren que yo haga algo que no quiero.
Ella quiere que yo siga estando en una situación que no quiero estar.
Yo quiero volver atrás y que las cosas sean más sencillas.
El sólo quiere ponerme una mano en el hombro y vaya cual sea mi camino, acompañarme para levantarme si me caigo, pero que sea yo quien caiga.
Pensamientos inconexos, sentimientos encendidos, mente turbia y saturada. Mi inteligencia ha decidido obviar el problema y dejarme solo llevándose también mi objetividad, no la culpo, la comprendo, yo haría lo mismo, es la opción más, valgame la redundancia, inteligente.
Me encuentro en un universo de problemas, del cual soy el agujero negro que absorbe todos los que se le acercan.
Cómicamente dicho, la ansiedad es mi superpoder. Seriamente dicho, mi vida es un puto infierno. La gente cree que no sé cómo tendrían que funcionar las cosas y me infravaloran y me intentan dar consejos que ellos mismos no han sido capaces de aplicar.
Es irónico, hipócrita, ridículo e inaceptable. Cómo yo, este problema y yo sómos medias naranjas parece.
El mundo se va a la mierda y yo también, sólo que nos vamos por rumbos distintos. No creo que nadie nunca llegue a comprenderme, y si lo hace no creo que sea aceptado por aquellos que se han proclamado los verdugos de mi felicidad.
Todos los conocemos, estos chicos y chicas que son diferentes. Los ves en la calle, en el cole, en la Uni, en el trabajo.
Los reconoces de inmediato, a veces por como hablan, por lo que visten, a veces por su apariencia.
Tenemos cientos de nombres para ellos, todos chistosos o para vacilar. Los llamamos frikis, nerd, geeks o a veces feos y feas. ¡Pero nunca es un insulto! Es en broma.
¡Y lo sabes! Ellos siempre se ríen y no les importa.
¿Y quien los entiende? ¿Por qué se visten cómo lo hacen? ¿Es que no tienen espejo? Y si están gordos, ¿Es porque no hacen dieta? Y si son flacos, es porque no hacen ejercicio.
¡Les gustan los comics, las computadoras y los videojuegos y coleccionan cartas de Magic y de Yu-Gi-Oh!, y nunca salen ni tienen amigos, son pálidos y frágiles!
Son raros...
¿Y qué haces tu? ¿Te burlas? ¿Les llamas nombres? No quieres juntarte con ellos.
¿Y por qué? ¿Por qué juzgas a alguien sin conocerlo? ¿Por qué crees que tus acciones son impunes? ¿Por qué condenas a alguien por ser quien és y por amar lo que ama? ¿Y por qué crees que lastimar a alguien te va a beneficiar a ti en lo más mínimo? ¿Acaso crees que llevar a alguien al abismo te va a ayudar a llegar a la cima? ¿O sientes que el mundo te va a querer a ti en proporción inversa que lastimas?
Esa rabia constante que sientes y que alimentas cada vez que dañas a alguien no va a desaparecer con el tiempo. Y los demonios en tu armario se irán acumulando. Y continuarás girando en esa espiral de emociones y violencia que llenará tu alma de oscuridad.
Y te perderás... Créeme, así pasará.
Y en unos años este reinado de terror que armaste se derrumbará sobre ti. ¿Cómo conseguirás la felicidad si la felicidad es algo que no comprendes? ¿Y cómo podrás ser sincero contigo mismo, y amar algo si para ti el odio mueve más que el amor?
Eres un Bully...
Pero no entiendes que el problema no lo tienen esa gente que consideras rara. Esa gente que sabe muy bien las cosas que aman y por qué las aman. Esa gente que sufre cuando tú las atacas. Y que lo único que quieren es encajar y pertenecer.
No, el problema no lo tienen ellos...
No, el problema lo tienes tu...
Y en sus cicatrices verás siempre el reflejo de tu odio, y verás que los únicos que podrán rescatarte de tu vida vacía serán aquellos que alguna vez fueron tus víctimas.
Yo, como todo el mundo, una noche que no podía dormir me
paré a pensar. “¿Qué es la muerte? ¿Qué
se siente una vez muerto? Si eres una persona atea, como yo pensarías en el
mero hecho de, dejar de existir, en que
como mucho “verías” continuamente un negro, o un blanco, sin la capacidad de
pensar ni saber que has muerto. Llegar a esa conclusión tan obvia resultó muy
abrumadora para mí, y me quitó el sueño “No quiero morir” ¿Y qué haces cuando estás
en la cama y no puedes dormir? Reflexionas sobre tu vida, esas reflexiones me
llevaron hasta un punto. “Sé perfectamente de que trabajan mis padres” me dije,
“Sé más o menos de lo que hacían mis abuelos, no recuerdo de que trabajaban mis
bisabuelos y ni siquiera lo he parado a pensar, y de mis tatarabuelos.... No sé
quiénes eran mis tatarabuelos” Sé que muchos sabréis mucho más de vuestro árbol
genealógico que yo del mío. Pero luego me pare a pensar otro dato: “No tengo ni
idea de quien era mi tatarabuelo, pero sin embargo sé a la perfección quién fue
J R R Tolkien autor de “El Señor de los Anillos”, sé quién fue Albert Einstein...que
cojones conozco mejor a Adolf Hitler que a las raíces de mi apellido!, ¿a qué
se debe esto?” obviamente solo necesité unos segundos para obtener respuesta
“ellos han hecho algo importante en la vida” opiné” ellos, han hecho algo que
les hará ser recordados toda la posteridad, y eso me devolvió a mi reflexión
sobre la muerte, “ellos no han muerto” me digo” ellos siguen vivos en los actos
que hicieron en vida, siguen vivos en los libros que escribieron, en los artefactos
que inventaron, en los actos que hiciesen tanto positivos como negativos, esto
me hizo prometerme algo a mí mismo y me hizo cambiar la frase que había
formulado antes. “No voy a morir” me dije “Voy a hacer algo importante en este
mundo, voy a dejar algo más que el recuerdo en un grupo de amigos y familiares
que cuando mueran me hagan caer en el Olvido, voy a hacer que la historia me
recuerde, no la familia.” Esto, tu que me estás escuchando, es lo que deberías
plantearte ¿De qué te va a valer el hecho de estudiar una carrera que tal vez
ni siquiera te guste? Ganarás mucho dinero, sí.... ¿pero para qué? Vas a morir
igualmente amigo, y cuando sea demasiado tarde, y hayas invertido todo tu
dinero en tu felicidad, mirando a las puertas de la muerte, sentirás una
sensación agridulce. Dulce, por la satisfacción y el descanso merecido, agria,
porque te darás cuenta que, habiéndote ofrecido todo a ti mismo, no le habrás
ofrecido nada al mundo que, dentro de 100 años, no se acordará de ti.
Haz algo con tu vida… por lo que merezcas ser recordado…
La luna acariciaba
con sutileza los árboles y arbustos de un perdido bosque en un perdido mundo en
una fría noche de invierno. Esa noche, los ciervos y los roedores no dormirían mucho.
Pues en una choza, en el vado de un río,
unos gritos de dolor llegaban hasta el último rincón del bosque aquella tímida
noche de invierno, unos susurros de ánimo acompañaban al dolor intenso de una
mujer embarazada.
-¡Vamos empuja!- gritaba el Matasanos con la cabeza escondida en una manta.
Mientras tanto, un hombre de anchos hombros y escaso pelo de carbón escondía la
cara en sus manos. Sus manos temblaban de nerviosismo. No todos los días se és
padre en este mundo.
-Ya le veo la cabeza, tienes que ser fuerte Tysha, solo un poco más.- seguía animando
el anciano, seguido de más gritos de dolor.
Fue entonces cuando el fornido hombre alzó la cara, llena de sudor para
dirigirle la mirada al Matasanos. El anciano le mando una mirada y se levantó y
avanzo hasta estar en paralelo a él para susurrarle al oído.
-Ven.-dijo bajando la mirada al suelo con gesto de dolor.
El viejo Matasanos lo guió al exterior. Las estrellas se alzaban en el firmamento en
una noche fría y sin luna. El Matasanos se dirigió al futuro padre con la cara
rodeada de penumbra.
-¿Pasa algo Goren?-preguntó
el hombre, con voz preocupada.
-Nada bueno, Tank.- respondió Goren sin alzar la cabeza.-Verás, el niño…¿Cómo decirlo?
No sale, llevamos ya dos noches y ni se asoma el mínimo rastro de pelo.
-Pero tú has dicho que ya le veías la cabeza.-dijo seguidamente Tank
-Mentía obviamente, como decirle a una mujer que tras dos días no avanza lo más
mínimo.-justificó Goren.- Ven, sentémonos.
Fueron a sentarse a
la banqueta que había al lado de la puerta y Goren se meció levemente durante
un segundo, buscando las palabras sin encontrarlas.
-He visto otros casos así. La única forma de sacar el bebé es abriendo el
vientre a tu mujer. Pocas son las probabilidades de vida para ella, pero sí
para tu hijo, pues si no lo sacamos pronto ambos morirán-formuló poco a poco el
Matasanos
Los ojos del futuro
padre se abrieron mostrando su sorpresa, intentando decir algo pero sin cazar
las palabras, el fuerte hombre de anchos hombros se tornó débil como la más
pequeña y enjuta de las palomillas del bosque aquella noche. Su mente entro en
un vacío y le vino a la mente la imagen de la mujer de su vida, joven, con el
olor a camino, la imagen cambió y se vio a el mismo arrodillado pidiéndole a un
campesino la mano de su hija, entonces la imagen desapareció y solo pudo ver
negro, el negro de la muerte, él negro de una noche sin luna. Después de unos
pocos minutos, finalmente, su mente asimiló la situación.
-¿No hay otra opción?- preguntó con esperanza.
Goren Negó con la cabeza, sus ojos estaban cerrados y sus labios apenas
dibujaban una fina línea.
Tank se levantó, miró al anciano, miró
al rió y dijo.
-Hazlo.- dijo mientras Goren se retiraba a la choza a matar a su mujer.
Entonces, solo, en
una negra oscuridad. Cayó de rodillas y lloró, lloró la noche que albergaría
vida, pero también muerte.
Hoy os traigo uno de los muy zafios poemas que Quevedo trajo a este mundo sucio y pedorro
Poema al Pedo Alguien me pregunto un día ¿Qué es un pedo? y yo le conteste muy quedo: el pedo es un pedo, con cuerpo de aire y corazón de viento el pedo es como un alma en pena que a veces sopla, que a veces truena es como el agua que se desliza con mucha fuerza, con mucha prisa.
El pedo es como la nube que va volando y por donde pasa va fumigando, el pedo es vida, el pedo es muerte y tiene algo que nos divierte; el pedo gime, el pedo llora el pedo es aire, el pedo es ruido y a veces sale por un descuido el pedo es fuerte, es imponente pues se los tira toda la gente.
En este mundo un pedo es vida porque hasta el Papa bien se lo tira hay pedos cultos e ignorantes los hay adultos, también infantes, hay pedos gordos, hay pedos flacos, según el diámetro de los tacos hay pedos tristes, los hay risueños según el gusto que tiene el dueño
Si un día algún pedo toca tu puerta no se la cierres, déjala abierta deja que sople, deja que gire a ver si hay alguien que lo respire.
También los pedos son educados pues se los tiran los licenciados, el pedo tiene algo monstruoso pues si lo aguantas te lleva al pozo este poema se ha terminado con tanto pedo que me he tirado.
Hoy os traigo un fragmento de mi principal proyecto, "Crónicas de un Historia Triste", una aventura para Dovahkiin, el héroe de Skyrim, famoso videojuego:
UNA
GOTA DE SUDOR
La oscuridad de un sombrío bosque de negras hojas se
cierne sobre mí, pero no retrocedo, avanzo sin miedo ni piedad, nada me
detiene, nada puede frenarme. Al fin veo la luz. Me encuentro en un llano suelo
en vertical, rosado como la carne, bajo sin parar ni mirar a donde voy hasta
alcanzar una montaña, pero tras su cima no hay más que un abismo, yo no me
detengo, no hay vacilación, no hay duda, se lo que voy a hacer. Avanzo y me
encuentro boca abajo, ahora el cielo no es el conocido azul manchado del blanco
de las nubes de la primavera recién llegada. Ahora veo un gris manchado del
rojo de la sangre de hombres y bestias del averno. Pero yo avanzo por el puente
que se alza entre dos grandes hoyos peludos y sucios, no pienso caer. Yo he
nacido para avanzar y pienso seguir avanzando. De repente el suelo se vuelve
tierno, húmedo y rosado como los labios de la hija de granjero que vuelve locos
a todos los chicos de un pueblo. Pero esta suave superficie no me detiene, yo
avanzo hasta encontrarme rodeada de hilos negros y recios. Escalo por ellos
hasta volver a ver ese cielo gris y rojo tan triste, comparado con la belleza
de la primavera. Sin pensarlo salto hacia lo que yo creo que es el cielo y me
encuentro cayendo. Un mundo de velocidad y tonos grises se ciernen sobre mí y
yo caigo, caigo, caigo hasta tocar el suelo manchado del rojo inconfundible de
la sangre que tanto evita la gente. Al rozar el adoquín de piedra en el suelo,
me desintegro como lo que soy, una gota de sudor.
Esta historia surgió en mi mente en forma de sueño dos días antes que me atreviera a escribirla. Pero ahora mis escrúpulos ya no existen, ahí os la dejo con música para acompañarla:
P.D: Si hay alguna falta o "error de dedo" disculpad, suelo escribir muy deprisa y siempre quedan algunos "bloopers" aún después haberla revisado =3
Lágrimas De Sangre
La luna emergía una luz azul a través de las blancas cortinas que bailaban
al son del rebelde viento. Todavía no sabía que las palabras de la nota que
sostenía en mi mano iban a marcar mi vida para siempre.
“Estaba sentado en un banco, el sol
caía poco a poco en el horizonte de casas y edificios. Había sido un error rotundo, había quedado con una chica cuatro
años mayor que yo, cosa que no importaría mucho si no fuese por el hecho de
tener quince años. Estaba abrumado, la misma frase deambulaba por mi cabeza a
la vez que me paseaba por las calles de mi pueblo, buscando la estación.
“Menuda cagada”. Sin ni siquiera darme cuenta me encontré en las puertas de la
estación. La recepcionista dormía con la cabeza escondida en sus brazos y el camarero
de la cantina hacia horas que se había marchado a casa. Así que salte las
puertas automáticas con facilidad y me senté a esperar al tren.
***
El olor
a humo de la estación de metro de Barcelona me había encantado desde pequeño.
Ascendí de las profundidades del metro para encontrarme unas Ramblas iluminadas
únicamente por la luz de las farolas. Busqué rápidamente una licorería que no
tardé en encontrar. Compré una botella de un viejo vino que me costó muy caro.
”Veneno lento”, había leído una vez. La ocasión lo merecía. El dependiente me
advirtió del frio que haría en unos minutos y me ofreció un abrigo que acepté.
Era una gabardina negra como el azabache magnífica y completamente nueva. Miré
asombrado al dependiente que me dijo. –Quédesela No todos los días un cliente
me compra un Rioja de hace más de cien años!- Me dijo riendo. Tal vez el día
acabaría mejor de cómo empezó. Le di las gracias al dependiente y salí de la
tienda dejando oír el sonido de unas campanas que colgaban ante la puerta. El
dependiente tenía razón, cinco minutos después de haber entrado en la tienda
había venido un viendo gélido e invernal que te cortaba la cara. Tapé mi rostro
con las grandes solapas de la gabardina y empecé a deambular por las Ramblas de Barcelona, buscando el mar, algo que en mi opinión, relajaba más que cualquier
terapia. Busqué el puerto encontrándome con la estatua de Colón y me fui a
sentar al borde del puente que lleva al Maremágnum. Agarré fuerte la botella y
mordí el corcho con mis muelas, empecé a tirar hasta que el corcho cedió,
haciendo escapar un chorro de vino al mar, desgastando posiblemente uno de los
vinos más caros de la ciudad sin importarme lo más mínimo. Y sin otra mejor
cosa que hacer, empecé a beber. Menudo vino, pensé. Nunca había probado un vino
que fuese tan dulce. ¡La lengua se te podía adherir al paladar! Pasaban los
minutos y yo seguía apurando la botella. Los efectos del alcohol empezaban a
hacerme efecto y mi mente empezó a decirme cosas, a entretenerse torturándome
recordando cosas no especialmente agradables. Entonces me vino a la mente la
imagen de mi padre, sacudí la cabeza y metí un enorme trago al Rioja. Pero
volvió a aparecer, estaba diciendo algo pero no podía oírlo. Y las lágrimas
brotaron de mis ojos al oír otra vez sus palabras:
Yo tenía siete años y había cometido una
trastada, se me había caído el Actimel encima del mando del televisor nuevo.
Intenté secarlo de todas formas hasta que mi padre me pilló con una estufa y un
secador intentando lo imposible. Me empezó a gritar y a pegarme muy fuerte en
la cara, yo no entendía nada de lo que decía, entre sus gritos y cómo me
pitaban los oídos. Pero llegué a distinguir dos frases.- ¡Fuiste un error!
¡Debería haberme puesto un condón!-.
Al
recordar aquellas palabras las lágrimas empezaron a caer sin piedad hasta que
me descubrí sollozando y llorando a toda voz. No sé cuánto tiempo pasaría,
quizás una hora, quizás un minuto. Pero noté una mano que se posaba en mi
hombro, una mano blanca como la luna que se alzaba en aquella noche de Barcelona.
– ¿Estas bien?- dijo la voz de una chica. Intenté balbucear algo pero me había
quebrado la voz con el llanto. – Ven, cuéntamelo todo.- me giré para
encontrarme a la dueña de la voz más bonita que mi memoria recordaría siempre.
Su tez era blanca y su cabeza hacía forma de una lágrima boca abajo. Sus ojos
azules como el Mediterráneo acompañaban a su melena de un rojo dorado como el
fuego que había en mis ojos al recordar a mi padre. Sin ir más lejos, para mí
fue la definición exacta de belleza. Entonces caí en la cuenta de su cara de
preocupación, pero no era una falsa preocupación. Sus ojos reflejaban que
estaba preocupada por mí de verdad, y nadie me había mirado nunca así. Me tomó
de la mano con una confianza que parecía que nos conociéramos de toda la vida.
Y me llevó de vuelta a la Rambla. Avanzamos con velocidad, ella tirando de mi
mano y acabamos en la calle de Santa Ana, ella abriendo la puerta, y yo
observando la tienda de al lado. Miré al cartel con la esperanza de leer
“Sempere e Hijos” pero solo me encontré “LIQUIDACIÓN POR CIERRE”. Noté un tirón
de la gabardina y ella me miró con una sonrisa –Sube.-.me dijo. Me cogió de la
mano y me guió escaleras arriba y me hizo sentar en una butaca de un azul real
.Entonces desapareció unos minutos para regresar con una taza de té verde
caliente. Se acercó su butaca para ponerse cara a cara conmigo. Y solo fue
capaz de formularme una única pregunta.- ¿Quién eres?- Claro que le conté quien
soy y quien fui, le conté la razón por la que estaba en Barcelona pero me callé
la razón por la que lloraba. –Si quieres puedes pasar la noche aquí, yo no
tengo objeción y hay dos habitaciones. –me dijo. Acepté su oferta y me quedé a
pasar la noche. Ninguno de los dos teníamos hambre así que nos fuimos
directamente a nuestras correspondientes camas. Iba a ser una noche dura, como
siempre que discutía con mi padre, pero me conseguí dormir después de dos horas
dando vueltas en la cama.
Era
medianoche y volvía a casa cansado. Al abrir la puerta nadie me recibió sin un
saludo, todo estaba a oscuras, cuando encendí la luz del interruptor me
encontré un charco de sangre que asomaba de la puerta del salón, rápidamente
corrí a asomarme y me encontré a mi padre de rodillas con los cadáveres
descuartizados de mi madre y mi hermano echando sangre por los suelos. Mi padre
se puso a reír con el cuchillo en la mano y me miró.
Me
desperté sobresaltado. ¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué no podía quitarme esa
imagen de mi padre de la cabeza? Impotente ante mi subconsciente, me puse a
llorar abrazándome las rodillas y meciéndome. Entonces la encontré mirándome
desde el umbral de la puerta con su rostro preocupado. La miré y lo único que
fui capaz de decir fue.-Ayúdame.- Ella se acercó como si hubiera estado
esperando esa orden y se subió a la cama y me abrazó. Poco a poco logró
deshacer el nudo de dolor que era mi cuerpo hasta encontrarme cara a cara con
ella, abrazada a mi preocupada. La abracé de la cintura y la miré a los ojos
para fundirnos en un beso. Nos abrazamos más fuerte, noté sus pechos en mi
cuerpo. Sé lo que tengo que hacer, no hay vacilación, no hay duda. Nos
introducimos en un mundo de lujuria que solo duraría una noche, una noche larga
y única en mi vida, que todavía le quedaba mucho por delante.
***
Horas
más tarde. Con nuestros cuerpos cubiertos únicamente por una sábana ella empezó
a dormirse, me aparté cariñosamente de ella para no despertarla y me empecé a
vestir, aún quedaba algo que hacer esa noche.
Salí a la calle para encontrar un taxi, el trayecto fue completamente en
silencio. Me encontré con la puerta de mi casa, faltaba muy poco. Introduje la
llave poco a poco y empecé a girarla hasta oír un chasquido.
***
Era
medianoche y volvía a casa cansado. Al abrir la puerta nadie me recibió sin un
saludo, todo estaba a oscuras, cuando encendí la luz del interruptor me
encontré un charco de sangre que asomaba de la puerta del salón. La espada de
la familia estaba colgada en la pared, el otro día me había tocado llevarla a
arreglar pues se había abollado la hoja La cogí con decisión. Rápidamente corrí
a asomarme y me encontré a mi padre de rodillas con los cadáveres
descuartizados de mi madre y mi hermana echando sangre por los suelos. Mi padre
se puso a reír con el cuchillo en la mano y me miró…
***
-¿Qué
coño haces aquí basura? ¿Quieres acabar como tu familia?- Me dijo una voz que
no era exactamente paternal.
-Vengo a hacerte una pregunta únicamente.-dije
-Si quieres que te responda con el cuchillo no hay objeción-.me respondió
-Ni lo intentes ¿Quién es mi padre?-empecé a sudar.
-¡Vaya! Tal vez no seas tan tonto como lo pintaba tu padre, me alegra que hayas
llegado a esa conclusión. Pero me parece que hay un pequeño problema...No te lo
voy a decir.-empezó a reír.
-Esa era la respuesta que quería.-dije.
Bajé la
cabeza, me limité a sonreír y me
abalancé sobre él…”
No podía creerlo, su mejor amigo no podía haber hecho eso. Se conocían
desde los doce años y siempre se habían llevado como hermanos, su hermano no
podía haber hecho algo así. Siempre se había llevado mal con su padre pero no
podían haber llegado a ese punto. Se tiró al sillón, incrédulo y miró a los
tres cadáveres que había en el suelo, una joven de veintidós años degollada, una
mujer apuñalada. Y un hombre con una espada
clavada en el corazón, si es que lo tenía…